En las cercanías de una antigua muralla española, resquicios de un pasado colonial e inmediata a un támbo atacameño donde aún habitaban los espíritus de nuestros antepasados. Instalamos la carpa, tres viejos aventureros esperando descubrir en esa pampa blanca y sudorosa los vestigios de antiguas civilizaciones y viejas respuestas que perduran en las conversaciones de los abuelos . Encendimos el hornillo y nos dispusimos a comer nuestros alimentos envasados con cariño por nuestras mujeres.
Las sombras llegaron y con ellas el frío nocturno la luz era escasa , solo la cocinilla a gas producía luz y calor. Días de septiembre, siglo XXI, hombro con hombro en la luz mortecina comíamos como si se nos fuera la vida en ello. A las diez de la noche con un frío de mil demonios envueltos en gruesos abrigos, enfocamos nuestros binoculares y el único telescopio a la oscuridad del cosmos donde las estrellas titilaban y brillaban como faros.
Pasaban estrellas fugaces, cometas escurridizos, satélites norteamericanos, japoneses, coreanos, franceses, ingleses, etceterá el cielo parecía un pandemonium de antorchas iluminando el universo era como una existencia eterna sin paz ni soledad . Un cielo visionado por todos aquellos que hacen preguntas a la oscuridad, solitarios acompañados de los sonidos susurrantes del viento pampino ,acumulador de arena y porquerías humanas.
Tres viejos locos buscándole un sentido a la vida, repletos de discursos vacuos queriendo encontrar las respuestas a las antiguas preguntas milenarias que las ruedas del cerebro de nuestros antepasados nunca pudieron responder.
Eran las once cuando enfocamos nuestro telescopio a Andromeda, buceando ansiosos en la oscuridad del cosmos en un espacio más cercano a las nebulosas ,descubrimos con asombro en el infinito , flotando más allá de Andromeda rompiendo las sombras y la luz , las alas blancas de un ángel tan grande como una catedral . Parecía sonriente y disfrutando del instante , el corazón nos pareció una iglesia ardiendo y un loto de seda dorada se abrió en nuestras mentes .El ángel se mostró sólo un instante, luego girando su cuerpo, desapareció en la luz.
Nos quedamos sin palabras y mudos volvimos a la ciudad, al despedirnos no dijimos nada, nos dimos las manos como los viejos amigos que fuimos y nunca más nos volvimos a encontrar.
Parecía el final del camino o el comienzo de todos los senderos que te traen en el viento , el perfume de la divinidad.Era penetrar al universo a través de un bosque milenario y salvaje. La respuesta inequívoca de un mundo dual y secreto almacenando en sus arcones cósmicos todo el misterio de la vida.