Caminando voy por la playa , más allá de tierras conocidas, escucho las olas rebotando en las rocas repletas de guano de la Isla Santa María, pasos de viejo por una arena blanca ,algas verdes flotando ,debajo de un manto de ellas ,vi aparecer una mariposa verdosa ,que remontó vuelo para luego sumergirse en el mar dejando en mi boca una ¡Oh! de asombro.
Misterios de la tarde para añorar los elfos , los duendes y las hadas. Ilusiones de caminatas de pasos cortos en casa de los tíos abuelos, donde los frutales , las plantas y los arbustos, alcanzaban todos los rincones y subías valerosamente cada verano a la rama mas alta de la higuera; para descubrir lechuzas, sentir el viento en la cara , mirar al mundo con ojos chicos, y desmayar tu mirada en horizontes lejanos.
Música de hadas surgiendo de la tierra , puertas abriéndose solas ,dejando pasar los fantasmas de los abuelos, para hacer sonar misteriosamente ; tenedores , cucharas y cuchillos en la mesa barnizada cubierta de un gran mantel de cuadros.
En la sala de la abuela materna se sentían los pasos cansinos del bisabuelo , el humo del cigarrillo de mi abuelo permanece y aún su perfume se mantiene en las camas de los invitados , a la derecha de ellas, cercana a un puerta blanca . la música de la antigua radio donde mi padre escuchaba viejos tangos, se oye , si se oye, el sonido del sueño ,que despierta mi niño interior.
Por mano de mi tatarabuelo asciendo al Cerro de la Cruz ; resuena la brisa en los oídos , con sofoco melancólico, los aromas de damascos, frutillos y moras se elevan del antiguo San Francisco de la Selva,
Un instante que parece eterno, siento los pantalones cortos , en mis piernas. Una calle larga de Antofagasta, sirve para desaparecer con el Hombre de Chatarra, el León Cobarde, el Espantajo en busca del Mago de Oz .Perdido voy en la marejada de los cuentos que a la luz de una ampolleta amarilla , leía la abuela materna ,en esa antigua casa invisible, donde danzaba, el Guía ancestral de mi infancia.